

Eso lo conservo en los cuentos nuevos, pero claro, son aspectos muy generales. Hay una disposición de las frases a veces casi versificada. Otra cosa que me gusta es que reduce mucho la trama para aumentar el lenguaje poético, lo lírico. Lo veo poco encorsetado, que es algo que luego me ha preocupado bastante. Por ejemplo, me gusta su frescura en el tono, en el estilo y en la forma. Hay cosas que no me gustan, porque están demasiado lejos de lo que yo soy ahora, y cosas que me siguen gustando y que he intentado conservar.

Sobre mi opinión general de Yo mataré monstruos por ti, creo que cualquier libro escrito hace siete u ocho años tiene cosas que a su autor le resultan extrañas. Ese estilo tendría que ver con hacer personajes esquemáticos, simbólicos, potentes dentro de una trama pequeña, en lugar de hacer cuentos con personajes profundos y tramas desarrolladas. Sí, decidí empezar el último libro con cuentos que me parecían más rápidos, con una temática más genérica -el juego- y con el estilo propio del primer libro.
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❾starías de acuerdo? ❼ómo ves hoy Yo mataré monstruos por ti ? De todas estas cuestiones, entre lo autobiográfico y lo abstracto, charlamos un par de horas.Īl intentar trazar el arco literario que forman tus tres obras, he pensado que algunos de los cuentos del nuevo libro podrían pertenecer al primero. Si en las conversaciones literarias se presta a una elucubración infatigable, al hablar de Minecraft o de Cities: Skylines no renuncia a esa voluntad analítica, que cobra forma en reflexiones narratológicas sobre un juego protagonizado por una cabra o en disquisiciones sobre si la disposición de los píxeles en la pantalla es producto de la filosofía atomista. De los muchos aficionados a los videojuegos que conozco, Balcells Matas es el más teórico. Es su primera advertencia de que el universo gamer no debe reducirse a los clichés. «Nunca me han gustado», comenta al pasar por las máquinas de Mortal Kombat y Time Crisis, junto a las motos de plástico y los volantes de fórmula 1. Esa renovación temática pone en primer plano nuestra relación con las pantallas y, en particular, con los videojuegos e Internet. En esos once nuevos relatos da continuidad a ciertos elementos -entre ellos la infancia, la familia, la melancolía, el riesgo estilístico o el gusto por las citas- pero introduce un fuerte giro tecnológico. En abril de 2017, volvió a Delirio con Aprenderé a rezar para lograrlo, finalista del Premio Setenil al mejor libro de cuentos publicado en España. Tres años después publicó en Ediciones Alfabia Hijos apócrifos, una extensa novela coral sobre la búsqueda del padre y las vilezas del mundo literario que se hizo con el premio Nuevo Talento Fnac 2013 y quedó finalista del Festival du P remier Roman de Chambéry. La vieja fórmula de los contrastes (lo erudito y lo pop, lo trascendental y lo mundano, lo sensiblero y lo solemne) es un mecanismo al que Balcells Matas supo sacarle partido. Su deformación de la experiencia amorosa, a la vez disparatada y culturalista, tan pronto transcurre en polígonos industriales y refinerías como en filmotecas, librerías y facultades de filología, y tan pronto incluye citas en alemán a Hölderlin como nos habla de la silicona en los pechos de Jenna Jameson. Allí le planteé una conversación muy extensa sobre literatura y tecnología al escritor Víctor Balcells Matas, nacido en 1985 en la ciudad condal.ĭe la mano de la editorial Delirio, Balcells Matas debutó en 2010 con Yo mataré monstruos por ti, un libro de relatos que cosechó un notable éxito comercial y fue su acceso directo a la arena de las antologías. Un último salón recreativo sobrevive en Barcelona como lugar eminentemente nostálgico para celebrar el ocio de otro tiempo. El viernes al mediodía, Cataluña le declaró la independencia a España.
